En este artículo vamos descubrir las diferencias entre alimentos probióticos y prebióticos y cuidar nuestra microbiota a través de la alimentación.
El rol que juegan las bacterias intestinales fue menospreciado durante mucho tiempo, de hecho, a pesar de que desde el siglo XVIII, cuando inician sus primeros estudios, ya algunos científicos hablan de su importancia, no es hasta el año 2006 cuando verdaderamente comienza lo que denominaremos el BOOM de la microbiota y es que en la actualidad muchos son los estudios científicos que avalan y demuestran la importancia que tienen los microorganismos que conforman nuestra microbiota para el correcto funcionamiento del organismo.
Pero antes de nada recapitulemos. En nuestro intestino se encuentran millones de estas bacterias, las cuales empiezan a colonizar nuestro organismo cuando somos recién nacidos. La edad, la dieta, los antibióticos y otros medicamentos pueden causar que este número de bacterias se vea alterado. Sin ir más lejos, seguro que más de un lector ha tenido que recurrir a un antibiótico y le han recetado a su vez probióticos. ¿Por qué? Muy sencillo. Entre otras muchas funciones ahora citaremos algunas de las más importantes de estos 2 kilogramos aproximadamente de “bichitos” que viven en simbiosis con nosotros mismos:
- Refuerzan nuestras defensas
- Intervienen en el correcto funcionamiento de nuestro sistema digestivo
- Colaboran en la producción de vitaminas como la B y la K, aminoácidos, y aporta energía necesaria para el funcionamiento de nuestro organismo.
- Facilitan una correcta absorción de minerales como calcio, hierro y magnesio.
Y un larguísimo etcétera, ya que a día de hoy, como decíamos anteriormente, hay muchas evidencias científicas que demuestran que ciertos tipos de enfermedades pueden estar relacionados con el estado de nuestra microbiota. Por ejemplo la obesidad o la dermatitis atópica infantil.
Seguramente te estés preguntando ¿cómo puedo cuidar yo a esta joya de la naturaleza? ¡Es relativamente fácil! Nuestras decisiones en la cesta de la compra y nuestra rutina alimentaria contribuye, entre otros muchos factores, a cuidar la salud de nuestra microbiota.
Los alimentos que contribuyen a mejorar la salud de la propia “flora intestinal” se denominan alimentos probióticos y prebióticos pero he aquí el eterno dilema: ¿Cuáles son los alimentos probióticos y cuáles los prebióticos?
Los alimentos probióticos son aquellos que contienen bacterias vivas que colonizan nuestro colon (que juego de palabras) y nos aportan beneficios para nuestra salud. Entre estos beneficios destacan: la reconstrucción de flora bacteriana, la protección inmunológica, la protección ante ciertos alérgenos, etc. Por ejemplo, los yogures ricos en los famosos Lactobacillus, Bifidobacterias y Estreptococos, los pepinillos, el kéfir…
Los alimentos prebióticos, sin embargo, son aquellos que ayudan a aumentar la colonia de bacterias beneficiosas de nuestro organismo, o sea, no son bacterias como en el caso de los próbioticos, si no que son una especie de «biberones» para las bacterias, a las cuales hacen crecer y reproducirse más sanas que nunca. Estos alimentos son generalmente ricos en fibras y además provocan el crecimiento específicamente de la flora bacteriana buena, o sea, solamente de la que no es patógena. Un ejemplo de este tipo de alimentos son los cereales integrales, frutas, vegetales, legumbres…
Todo un mundo que aún está por navegar y cuyo descubrimiento ha supuesto un antes y un después en el mundo de entender la nutrición, ya que permitirá realizar dietas más personalizadas por que ¿sabías que nuestra microbiota podría considerarse como una huella dactilar? Así es, cada microbiota es única… así que no te olvides nunca de cuidarte.
Artículo en colaboración con Carmen Ordiz Pérez. Científico gastronómico. Alumna en prácticas tutorizada por Paloma Quintana en el equipo Nutrición con Q® a través del Máster en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia, VIU. Síguela en redes @gdegastrionomia